LA MALARIA EN CHINA


Información obtenida en http://www.info-farmacia.com 

 
Después de años de olvido, las distintas Agencias Mundiales de Salud están compitiendo para adquirir 100 millones de dosis de una planta herbácea china que ha despertado grandes esperanzas frente a la malaria , uno de los mayores problemas médicos a escala mundial.
El principio activo, Artemisinina , es un componente de la llamadaQinghaosu , una planta bien conocida de los herbolarios chinos. Artemisinina fue aislada a partir de la planta por investigadores militares chinos en 1965. Cuando se usó durante la grave epidemia de la enfermedad en Vietnam a comienzos de la década de 1990, redujo la mortalidad en más del 90%.
Está reemplazando a la Quinina y otros fármacos antimaláricos para el tratamiento de las cepas resistentes a estos medicamentos. No obstante, para proteger a la Artemisinina frente al desarrollo de cepas resistentes, se prescribe dentro de regímenes de tratamiento que incluyen otros principios activos.
Hasta fechas recientes, los grandes donantes de medicamentos antimaláricos (Estados Unidos y Gran Bretaña), se han opuesto a su empleo a gran escala por diversas razones: elevado coste, falta de estudios acerca de su seguridad a largo plazo en niños; así como porque en muchas áreas endémicas los fármacos disponibles todavía son eficaces frente a las distintas especies del Plasmodium .
UNICEF  (acrónimo de United Nations Children´s Fundse opuso al uso de Artemisinina  durante el brote epidémico en Etiopía durante el año 2003, arguyendo la limitada disponibilidad, así como el hecho de que los cambios en la política de tratamientos, podría causar confusión en medio de la crisis.
En la actualidad se han concedido créditos a 11 países para comprar Artemisinina; y se han dado instrucciones a otros 34 países para reducir los depósitos y las adquisiciones de medicamentos en uso, Cloroquina y la asociación Sulfadoxina‒Pirimetamina, al objeto de cambiar la política de prescripción hacia el nuevo principio activo, Artemisinina. La OMS , organización dependiente de la sede ginebrina de Naciones Unidas, estima unas necesidades para el año 2010, de más de 100 millones de dosis.
La malaria causa alrededor de 300 millones de enfermos cada año y alrededor de 1 millón de muertes, 90% de ellas en África, afectando éstas sobre todo a niños pequeños, de menos de 5 años de edad. La enfermedad es endémica desde el delta del río Mekong en Vietnam a la llanura amazónica en Brasil; y es particularmente grave a través del centro de África, desde los cañaverales de Mozambique a los oasis de Somalia y a las plantaciones de caucho de Liberia.
Al igual que ha sucedido con otros medicamentos para tratar patologías tropicales, Artemisinina es el resultado de la investigación militar. De hecho, la guerra fue el hilo conductor para el desarrollo de la combinación de medicamentos más utilizada hoy día para el tratamiento de la malaria: Artemisinina y Mefloquina. Ambos fármacos se desarrollaron durante la guerra de Vietnam  con el fin de proteger a las tropas que combatían en las junglas. Pero la Guerra Fría los separó. El gobierno de la República Popular China respondió a los requerimientos de Ho Chi Min, líder del entonces Vietnam del Norte, necesitado de un producto eficaz contra la malaria. Una ardua investigación condujo en 1965 hasta la Artemisinina, el principio activo de una planta herbácea denominada quinghao, conocida en la medicina tradicional china.
En el lado norteamericano se desarrolló otro famoso antimalárico, Mefloquina , obtenido por síntesis química en el Instituto Militar Walter Reed , en 1963.
Uno de los acuerdos que se firmaron durante la visita del entonces presidente norteamericano, Richard Nixon Pekin (Beijing, en la nueva transcripción fonética) fue la posibilidad de asociar los dos medicamentos (Artemisinina y Mefloquina) en el tratamiento de la malaria. La asociación de ambos fármacos tiene la ventaja de lograr una eliminación más rápida de los gametocitos de la sangre, haciendo más lenta la transmisión de la enfermedad; y, sobre todo, disminuir la aparición de cepas resistentes.
Las reticencias iniciales por parte de algunos expertos al uso extenso de Artemisinina como medicamento antimalárico desaparecieron tras la experiencia en Uganda, donde la resistencia a los antimaláricos clásicos se incrementó desde un 6% en el año 2000 hasta un 31% en 2003.
Artemisinina tiene muy pocos efectos secundarios, reduce rápidamente la fiebre y disminuye el recuento parasitario, todo lo cual contribuye a crear áreas libres de infección parasitaria dentro de las zonas con malaria endémica.
El precio de los Preparados Farmacéuticos de Artemisinina han caído desde los 2$ hasta 0,9$, cuando Compañías Farmacéuticas locales chinas, indias y vietnamitas han comenzado a producirlo, y no ha importarlo desde otros países. En la actualidad, el coste medio de los medicamentos antimaláricos más antiguos es solamente 0,20$. La multinacional suiza Novartis AG vende Coartem®  (Artemisinina + Lumefantrina) a países pobres 10 céntimos de $ por debajo de su coste de fabricación. El mismo preparado, comercializado con otro nombre registrado, Riamet® , es vendido a los viajeros europeos a zonas de riesgo por 20$.
Al tratarse de un derivado de una planta, ni Artemisinina como producto ni el proceso de extracción pueden ser patentados. Algunos medicamentos antimaláricos antiguos, cuya patente ha vencido, son fabricados por Organismos Nacionales de Salud y no por Compañías Farmacéuticas que tienen productos similares con vigencia de patentes y sus beneficios asociados.
Por otra parte, los Estados Unidos han dejado de lado consideraciones políticas y han aprobado un programa de investigación en Myanmar , actualmente gobernado por una Junta Militar.
Así mismo, la Fundación Bill y Melinda Gates  han donado 14 millones de $ a los gobiernos camboyano y tailandés en un programa cuyo fin último es reducir la expansión de la parasitosis por Plasmodium, sobre todoPlasmodium falciparum, la especie responsable de la mayoría de los fallecimientos por malaria. El programa incluye el suministro de redes impregnadas de insecticida en las áreas infectadas con mosquitos transmisores, supervisión médica para los habitantes de las áreas endémicas; así como visitas de sanitarios para valorar el uso correcto y la eficacia de los medicamentos suministrados. Se establece una especial vigilancia entre los trabajadores temporeros que, desde siempre, han sido una ruta para la expansión de las epidemias. En el pasado, las migraciones contribuyeron a expandir las cepas resistentes hacia el oeste. Y, además, una compleja historia de revueltas sociales, falsificaciones de medicamentos y gobiernos débiles, carentes de financiación, hicieron difícil el control de la malaria. La Cloroquina se administró de modo preventivo durante muchos años a las poblaciones expuestas, llegando a añadirse a la sal de mesa para extender su utilización. Pero esta práctica contribuyó, sin duda, al desarrollo de cepas resistentes.
Existe una preocupación acerca del posible incremento de los precios de Artemisinina dado que se calculan unas necesidades actuales, de más de 100 millones de dosis, mientras la disponibilidad no supera una tercera parte de esta cifra.
La creciente demanda de Artemisinina, y el hecho de que hoy día solo puede obtenerse a partir de la planta, están conduciendo a un aumento de su precio. Se debe recordar que, aun cuando la planta crece de modo silvestre en numerosos países del sudeste de Asia, solo se cultiva en las repúblicas de China y Vietnam; y, de modo experimental, en Tailandia e India. La plantación se lleva a cabo en diciembre, y hay que esperar aproximadamente 8 meses para que alcance su desarrollo óptimo.
Otra inquietud añadida es el desarrollo de resistencias a la Artemisinina; el fármaco es cada vez menos efectivo a la hora de remover los parásitos del torrente circulatorio: si hace algunos años la Artemisinina lograba aclarar la sangre de parásitos en aproximadamente 48 horas, en la actualidad este efecto requiere alrededor de 120 horas.
Los primeros casos de resistencia a la Artemisinina se han presentado en la región occidental de Camboya, fronteriza con Tailandia, Aunque los casos conocidos de resistencia son muy escasos, y se han resuelto de manera favorable, la preocupación surge porque la resistencia a prácticamente todos los fármacos antimaláricos se ha manifestado primero en esta misma región, extendiéndose, bien es verdad que muy lentamente, por el resto del mundo.
Existen, además, algunos problemas de índole práctico que no deben desdeñarse: no todos los necesitados de tratamiento tienen suficiente dinero y educación para comprar y tomar el tratamiento durante 12 meses consecutivos.
Por otra parte, existe lo que los expertos llaman el “amor a la Cloroquina”, medicamento usado desde 1950, cuya eficacia como antimalárico es cada vez más cuestionada por la aparición de resistencias, pero que sigue siendo muy usado por su bajo coste y porque es eficaz para bajar la fiebre, aunque resulte de eficacia antimalárica dudosa. Y, por último, están los posibles fraudes. A título de ejemplo, en un estudio en Kenia llevado a cabo en 1997, se analizaron 120 versiones de la asociación “Sulfadoxina-Pirimetamina” (ver fórmulas químicas) para la venta: los distintos preparados variaban desde los de calidad muy aceptable a los polvos de talco”. Los medicamentos antimaláricos son, en términos cuantitativos, los más falsificados del mundo.


La lucha contra la malaria es uno de los problemas de más enjundia a los que se enfrenta la humanidad. Sólo por medio de la investigación, la mejora de la educación y del nivel de bienestar de las gentes de esos países, se podrá, algún día, erradicar, o arrinconar, este gravísimo problema de salud.
Zaragoza, 14 de abril de 2011
Dr. José Manuel López Tricas
Farmacéutico Especialista Farmacia Hospitalaria
Zaragoza

MUTACIÓN DEL PLASMODIUM EN ÁFRICA

http://www.eluniversal.com.mx


El genoma del parásito causante de la forma más letal de la malaria sufrió más mutaciones en África que en Asia y Oceanía, lo que podría explicar su mayor resistencia a los tratamientos, informó hoy la revista científica Nature.

Expertos del instituto Wellcome Trust Sanger(Hinxton, este de Inglaterra) y de la Universidad de Oxford estudiaron las diferencias regionales del genoma del Plasmodium falciparum, el parásito causante de la forma más letal de la malaria para los humanos, que se transmite por la picadura de un mosquito.

Para ello, los científicos analizaron 227 muestras de sangre extraídas de 290 pacientes de clínicas de Burkina Faso, Camboya, Kenia, Mali, Papúa Nueva Guinea y Tailandia.

Los expertos tratan de descubrir así las diferencias genéticas entre los parásitos responsables de la malaria que puedan tener una repercusión sobre el control de la enfermedad, como aquellas mutaciones que les hacen más resistentes a los tratamientos.

"Uno de los principales obstáculos a la hora de controlar de forma efectiva la malaria es que el genoma de su parásito evoluciona continuamente, lo que le permite invadir el sistema inmune de los humanos y desarrollar nuevas formas de resistencia a los fármacos", detalla en su artículo el investigador Dominic Kwiatkowski.

Este trabajo, asegura el experto, demuestra que existe una "división clara" entre los parásitos de distintos continentes.

Así, en las muestras de sangre tomadas en África, los científicos encontraron un mayor número de modificaciones en el genoma de los parásitos que en aquellas recopiladas en el Sudeste asiático y en Papúa Nueva Guinea.

África es además el continente en el que más está presente el Plasmodium, seguido de algunas zonas de Asia como la India, y en donde se contabiliza el 80 por ciento de las muertes por malaria en el mundo.

La mayor diversidad del genoma en África podría deberse, según Kwiatkowski, a que "las poblaciones contemporáneas delPlasmodium tienen orígenes antiguos y surgieron en este continente antes de que los humanos emigraran a otras zonas del planeta y el parásito se extendiera alrededor del mundo".

Al comparar todas las muestras entre sí, los científicos hallaron que en las de Camboya y Tailandia se dan más coincidencias genéticas entre ellas que con las muestras de otros países, y lo mismo sucede con las correspondientes a Mali y Burkina Faso.

Por el contrario, el menor número de mutaciones en el genoma del parásito se detectó en Papúa Nueva Guinea.

El Plasmodium es el parásito causante de la malaria que provoca más complicaciones y mayor número de muertes entre los humanos, y contra la que ya existe una vacuna en su fase final de desarrollo.

La agresividad de este parásito se debe a que afecta a poblaciones que habitan en países con bajo nivel de desarrollo y con estructuras sanitarias precarias y también a que su genoma tiene algunas características "poco frecuentes", detalla este experto en Genética de Patógenos.

Más de un tercio de la población mundial está en riesgo de contraer malaria, enfermedad que afecta anualmente a 216 millones de personas, de las cuales mata a 650 mil.

CIFRAS QUE ARROJA LA MALARIA



http://www.mercado.com.ar

La malaria no es cualquier enfermedad. Para los países africanos más desfavorecidos, por ejemplo, representa un enorme peso sobre sus economías. Las cifras producen escalofríos: 90% de las 655.000 muertes provocadas por la enfermedad en 2010 ocurrieron en ese lugar del mundo, arrastrando con ella la productividad y los recursos del sector público y privado.

Según un estudio firmado por el economista Jeffrey Sachs la enfermedad supone un “impuesto al crecimiento” de 1,3% en los Estados afectados, especialmente aquellos al sur del Sahara (excepto Sudáfrica).

En Nigeria, el país con mayor población y el mayor productor de petróleo, la malaria es responsable de 25 días de trabajo perdidos por persona por año, o dos días al mes. Algunos faltan al trabajo por estar enfermos; otros porque tienen que cuidar a familiares que la contrajeron.

En Zambia, es la primera causa de ausentismo. Allí las personas se toman más días por la malaria que por enfermedades relacionadas con el HIV. En ese país la enfermedad consume 40% del presupuesto de salud.

Pero hay rayos de esperanza en el continente negro. El número de muertes por malaria ha caído dramáticamente en la última década debido a un aumento del gasto público en insecticidas, mosquiteros para camas y remedios. Además la vacuna, que no ha sido siempre efectiva contra un parásito que sabe cómo adaptarse, podría finalmente llegar a la gente gracias a una droga experimental de GlaxoSmithKline que podría prevenir que los niños contraigan la enfermedad.

Inclusive antes de la aparición de una vacuna muchas compañías africanas ya descubrían los beneficios de invertir en cuidar a su fuerza de trabajo de esta enfermedad. Los buenos resultados impulsaron a los gobiernos a tomar iniciativas parecidas.

En Ghana, por ejemplo, la empresa AngloGold Ashanti lanzó una campaña para promover el uso de mosquiteros, insecticidas y otras drogas para detener las infecciones. El número bajó de 79.237 en 2005 a un impresionante 16.000 en 2008. El programa costó solo US$ 1,3 millones. En el mismo periodo las facturas de hospitales de la empresa bajaron de US$ 55.000 a US$ 9.800 por mes. Los días de trabajo perdido también se redujeron de 6.983 a 282.

Para las empresas combatir la malaria no es ya una cuestión humana sino una decisión estratégica con sentido financiero. Eso explica que el modelo de Ghana se haya extendido a otras comunidades como las del Congo, Tanzania, Mali y Guinea. Eso representa más de 500.000 personas bajo la protección de AngloGold Ashanti.

La crisis financiera en Europa ha paralizado los flujos de dinero hacia los fondos para combatir HIV, tuberculosis y malaria, lo que pone en peligro muchos de los logros obtenidos. Afortunadamente los gobiernos se han dado cuenta de que, desde un punto de vista económico, también tiene sentido poner en marcha sus propios programas. En una región que crece a un ritmo de 5,4% cada año combatir la malaria podría elevar la cifra a los 7 puntos. La aparición de una vacuna podría ser la salvación de la región más pobre del mundo.